lunes, 19 de enero de 2009

"Their happiness cut them off from the rest of the world and they saw nothing of what was around them." (A.D.)




Las calles se estremecieron cuando sus ojos se encontraron, al fin, y los de él desnudaron el alma de su musa, vestida de invierno. Ella se sintió frágil y ni pudo, ni quiso, escapar de la hipnótica mirada de aquel trafiante de sentimientos, vagabundo del amor, que la había perseguido en sueños durante tantos años.



Permanecieron el uno frente al otro, inmóviles, envueltos en aquel silencio inesperadamente amable. Se limitaron a sentir el latir de esos corazones que se habían sincronizado para marcar juntos el ritmo de una vida que, en ese preciso instante, había decidido detenerse. Ellos no se lamentaron. Aquel era su momento, el que habían esperado largo tiempo, aun sin saberlo, y les pertenecía sólo a ambos.



El viento tarareó una melodía, demasiado hermosa para tener dueño, y el cielo suspiró ante la magia de aquel encuentro.



No hubo respiraciones agitadas ni labios pintados de deseo, robando besos por los rincones. No hubo caricias a ciegas ni desenfreno bajo la ropa. Y la sed del cuerpo ajeno tampoco fue la protagonista.



No, todo ocurrió... en un plano superior.



En mitad de un paseo por las nubes, tuvo lugar una completa y sincera compenetración de almas. Sucedió también que, un cosquilleo provocado por el revoloteo de 239 mariposas, dibujó sonrisas por doquier, y fueron estas mismas las que reemplazaron a las palabras, casi insignificantes ya. Pasó, que había tanto por sentir y experimentar que sus cuerpos se quedaron pequeños, tanto que casi llegaron a hacer prisionera a esa extraña felicidad que se había apoderado de ellos y que se apresuraba a escapar, en haces de luz, por cada uno de los poros de la piel de esos amantes.












Sucedió que, pactando con la ilusión, escaparon juntos de una cruel realidad, de aquella que, chantajeando al destino y sus secuaces, los había mantenido alejados todo el tiempo que duró aquél, su eterno diciembre.

domingo, 18 de enero de 2009

..all I want to do is be more like me and be less like you!


Has intentado huir pero la oscuridad te ha atrapado y, entonces, resulta inevitable. Empiezas a pensar de nuevo en la continua y maldita historia de lo que pudo haber sido y no fue.









Joder, ¡podría haber funcionado!

Vuelves a identificarte con ella, ahora te sientes Niki. Y, de repente, desearías haber dibujado un corazón en aquel cristal empañado de su memoria, para que él lo viese y, al pensar en ti, lo dejara todo atrás, para que se diese cuenta de que no es aquella a quien necesita a su lado. Pero por mucho que hayas soñado, tu historia nunca fue como la de ella y nunca lo será. Tú no llegaste ni siquiera a escribir un post-it en su corazón y, si en algún momento él se planteó dar media vuelta, fue porque alguien había dejado un hueco libre que, tal vez tú (como otra cualquiera), podrías ocupar.

Al final aparece ese nudo en la garganta. Sabías desde el principio que sumar noche, soledad y sentimientos a flor de piel, nunca ha sido una buena combinación. Pero tú te arriesgas y todas esas palabras que no logras pronunciar te bañan los ojos.

Lloras, te apetece y lo necesitas, pero en realidad no sabes por qué derramas cada una de esas lágrimas, no tienes ni idea. Y todo porque ese divertido y azaroso destino metió en mitad de tu camino a ese personaje que, como si te cogiera por los tobillos y te sacudiera de un lado para otro, tambaleó tu mundo y desordenó tus sentimientos, y lo hizo de tal forma que todavía no has podido desenredar los nudos que se han formado entre ellos.
Lloras hasta que aparece ese angelito de sonrisa deslumbrante, venido a la tierra para ayudarte a hacer las cosas fáciles, hasta que te regala lo que más falta te hace: una nueva perspectiva. Observando la absurda situación desde fuera, todo parece distinto y puedes percatarde de cuánta razón hay en sus palabras. Podría haber salido bien durante unos meses, pero al final las personas se muestran como son en realidad y, fuese cual fuese la situación que desencadenara esa reacción, él hubiese acabado demostrando que la cobardía es su marca personal. Te dolerá, pensarás en él a menudo y esta historia no te abandonará jamás, pero las cosas siempre acaban poniéndose en su lugar. No merece la pena volver a pasar otra vez por lo mismo, tú no te mereces seguir sufriendo por alguien que no sabe bien lo que es sentir..

sábado, 17 de enero de 2009

BLANCO SOBRE BLANCO


Llegué a su lado, sonreí a medias, después alcé una mano y la coloqué sobre su corazón...








Su mano izquierda se posó en el hueco de mi espalda y me acercó a él, tanto que pude sentir el frío de su torso, duro como la piedra, traspasando mi piel. Los dedos de su mano derecha se enredaron en mi cabello y yo me estremecí. Paseó su nariz delicadamente por el lóbulo de mi oreja mientras respiraba mi aroma. Burló la provocadora llamada de mi sangre y decidió atender a los deseos de un cuerpo que nunca había sido tan humano. Su rostro marmóreo, a escasos centímetros del mío, hizo que me olvidara de respirar, y enrojecí de placer cuando, con voz melodiosa, murmuró contra mis labios:


-Te deseo, justo ahora.
Te deseo como nunca y para siempre.



Algo más allá de la emoción me impidió responderle, pero mi cuerpo lo hizo por mí. Mis brazos se enroscaron en su cuello y mis piernas buscaron la manera de anudarse a su cintura. Esta vez no se zafó de mi abrazo. Dibujé una línea de besos desde el extremo de su hombro, pasando por el hueco de su clavícula, hasta el hoyuelo de su barbilla. Mi lengua recorrió despacio el contorno de sus labios, que buscaron los míos de inmediato. Me besó. Me besó como no lo había hecho jamás, con una fuerza que sobrepasaba cualquier límite establecido y, a la vez, con una dulzura que debería ser ilegal; regalándome todas esas sensaciones de las que antes me había privado. Pícaro, compuso esa sonrisa torcida suya cuando escuchó mis desbocados latidos, pero esta vez no se rió de mis debilidades adolescentes porque sabía que, si todavía pudiese latir, su corazón habría emprendido una carrera enloquecida contra el mío. Me miró a los ojos y, atisbando el brillo de que había en ellos y que se reflejaba en los de él, me dijo sin palabra lo mucho que me amaba, lo mucho que me necesitaba. Yo le respondí del mismo modo y allí mismo, con las olas custodiando nuestro amor apasionado, empezamos a ser Nosotros. Sentí su divina esencia en el centro de mi ser y supe que éramos como una sola persona, que estábamos hechos para encajar el uno con el otro y que íbamos a pertenecernos siempre.











Lo que S.M. nunca se atrevió a escribir...
Texto dedicado a Saroncia, otra amante de las palabras y mi compañera de desvaríos vampirescos.
Un besote cosa(:
¡Te quiero!

domingo, 4 de enero de 2009

La luna se embriagó de placer...

Cruzo el umbral de la puerta y te veo, incluso en la penumbra, moviéndote desacompasadamente al ritmo de los dioses del rock. Muse ha invadido la habitación.



Me descubres frente a ti, con la mirada encendida, vestida de deseo, y un leve rubor trata de ocultarse en tus mejillas. Nuestras miradas se enredan y tú vacilas durante un instante, no sabes si el rayo de fuego que ha cruzado tu cuerpo te dejará moverte porque te ha traspasado hasta el tuétano y te ha prendido hasta el espíritu. Yo también dudo pero el palpitar de mi corazón desbocado me empuja a ti. Tus manos descubren la curva de mi cintura y me hacen prisionera en el juego del amor, mientras mis dedos juguetean con tu pelo. Enlazamos nuestros cuerpos y yo me aferro a ti. Tu boca me busca, ávida, me invita a perderme en la dulzura de tu ser y yo la sigo, sin saber a donde ir, porque en realidad tampoco importa. Tu lengua juguetea en la comisura de mis labios. Tu aroma me envuelve. Yo me estremezco y tiemblo de placer. Me olvido de cómo iba eso de respirar, pierdo el equilibrio y me pierdo entre el vaivén de unas respiraciones agitadas, sin saber a quién pertenecen. Tu alma, empañada de pasión, roza a la mía, en estado febril, y nuestros cuerpos obedecen. Encajamos.