martes, 29 de diciembre de 2009

¿Y tú?

¿Te has dado cuenta? Yo lo comentaba la otra noche con mi amigo, aquel joven príncipe francés; las personas grandes no entienden Nada. Que sí, que sí, que es verdad. Se supone que son ellas las que más saben cuando, en realidad, son las que necesitan más explicaciones. No ven más allá de lo que tienen frente a sus narices y, aun así, creen tenerlo todo controlado cuando hablan de cifras, fechas, y de todos esos datos que consideran tan importantes. No sé, qué quieres que te diga, yo no acabo de entenderlas. Igual lo que ocurre es que yo soy demasiado... ¿simple? Puede ser, porque yo no me preocupo por esas cosas tan relevantes... Yo no miro por la ventana antes de salir a la calle para ver qué tiempo hace ahí fuera, ni me quita el sueño el no saber lo que estará haciendo mi vecino con su vida. Yo hablo con LaLuna en lugar de contar estrellas y no colecciono monedas, sólo recuerdos. Todavía puedo ganarle pulsos a la vergüenza y me importa muy poco el qué dirán. Yo he aprendido a hacerme feliz con las pequeñas cosas del día a día. Fíjate, todo el mundo se pregunta a qué narices me dedico y nadie entiende que me estoy regalando todo ese tiempo que me robó el maldito hacerloquesedebe. Sí, resulta que yo Vivo.