
Aspira el olor de su cabello, de su cuello y de sus mejillas. El de sus palabras teñidas de rojo, de perfume, de deseo y de sonrisa. El de su mágica locura, su joven belleza, su fuerza, su poesía, su libertad. El de su niñez, su adolescencia y su madurez. Aspira el aroma de ese montón de sueños que aún le quedan por cumplir. Huele a vida. A esa vida que tiene por vivir. A ese mañana que es hermoso porque todavía está por llegar...